A los pocos
días de nacer debido a que fui una niña prematura, mi madre empezó con la alimentación a base de biberón y ahí empezó el descubrimiento de que algo raro pasaba. Entonces yo tenía menos de una semana y no quería comer y cuando lo lograban, pocos minutos después empezaban los vómitos y diarreas. Por esta razón mi madre y mi
tía acudieron a un pediatra de confianza, el cual da un diagnóstico claro. "Esta niña no puede tomar leche", diagnóstico que era poco común en aquella época y que sin embargo fue claro para este médico que a pesar de no haber los conocimientos en este tema que hay actualmente supo detectar
con claridad.
Ahí empezó una nueva etapa en la cual no fue fácil porque mi madre tenía que hacer a diario un caldo en el que incorporaba la crema de arroz y los cereales, sin embargo la respuesta bien valía la pena. Ahí acabaron las diarreas y vómitos e incluso ya tomaba bien el biberón.
¿Cómo suplir la falta de calcio? Esa era la pregunta de mi madre y por ello y bajo prescripción médica mi alimentación tenía un gran aporte de verduras y frutas de todo tipo bien en la comida o bien en zumos licuados. Mi postre favorito era el zumo de tomate.
Años después, a los 5 años, al nuevo pediatra decide que eso es algo nefasto para mi salud, ¡debo tomar leche! y recomienda empezar con
yogur y queso por ser fermentado.Ahí empieza de nuevo el calvario, ya que yo recuerdo como casi cada día vomitaba poco después de desayunar el vaso de leche y después me tomaba un zumo. Este era mi despertar de cada
día, antes de ir al colegio.
Así
transcurrieron muchos años sintiéndome mal, con dolor de estómago
contante acompañado de vómitos en muchas ocasiones y diarreas constantes. Cuando acudía a mi doctora y le explicaba que me sentía mal sin saber que me pasaba ella sólo decía "tu adelgaza un poco y luego hablamos" sin pedir nunca ni una sola analítica.
Hasta que hace 5 años, mi vida cambió por completo.Un día, con un dolor de estómago fuerte y llorando, mi madre me sugiere volver a dejar la
ingesta de leche que en mi niñez no pude tomar por estos mismos motivos, dicho y hecho.
A partir de ese
día empezó a disminuir el dolor de estómago que se hacia presente cuando tomaba algún alimento que luego al leer la etiqueta descubría que llevaba leche o lactosa. Así poco a poco hasta reducir a cero la
ingesta de leche y derivados.
Posteriormente en casa caímos en la cuenta de que mi abuela paterna nunca en su vida tomo leche porque le sentaba mal. Con todos estos datos acudo al especialista, ya que en este momento mi doctora ya era todo amabilidad porque menudo patón
había metido, y el especialista hace un diagnóstico claro y contundente
"Intolerancia a la lactosa tipo primario, genético, por lo cual es irreversible, intolerancia total " Suena duro, pero se compensa con sentirte bien cada día, sin malestar ninguno y pudiendo hacer una vida normal, la única diferencia es que en casa todos leemos cada etiqueta cuantas veces sea necesario.
Quiero dar las gracias a mi familia, sin la cual esta historia sería bien distinta ya que tanto mi madre como mi hermana siempre me han apoyado y ellas también cambiaron su alimentación. Nunca en casa se hicieron ni se hacen dos comidas, una para ellos y otra para mi, con lo cual ha sido mucho mas fácil todo este proceso.
También doy las gracias a los que no han entendido esta dificultad, ya que esto hace que yo siempre tenga claro que lo mas importante es sentirme bien, mi salud, aunque esto implique que muchos no me entiendan o me tachen de exagerada.
Desde hace algunos años mi vida es normal, puedo hacer todo lo que hacen los demás pero con la precaución de saber en todo momento lo que como.Os animo a los que
acabáis de descubrir esta enfermedad a pensar en lo bueno que ello os reporta, un bienestar que hará que vuestra vida sea distinta. ¡Ánimo!